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We Tripantu 2018: tiempo de re-nacer de re-verdear

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We Tripantu en el colegio: tiempo de re-nacer de re-verdear

José Paillal Huenchuqueo nació en Quinta Normal; su padre es de Galvarino y su madre de Nueva Imperial. Vive en Santiago junto a su señora Elizabeth Huenchul y sus hijos. Su familia se extiende a sus hermanos, primos y a los hermanos, padres y sobrinos de su señora.

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We Tripantu en el colegio: tiempo de re-nacer de re-verdear

José Paillal Huenchuqueo nació en Quinta Normal; su padre es de Galvarino y su madre de Nueva Imperial. Vive en Santiago junto a su señora Elizabeth Huenchul y sus hijos. Su familia se extiende a sus hermanos, primos y a los hermanos, padres y sobrinos de su señora.

José Paillal Huenchuqueo nació en Quinta Normal; su padre es de Galvarino y su madre de Nueva Imperial. Vive en Santiago junto a su señora Elizabeth Huenchul y sus hijos. Su familia se extiende a sus hermanos, primos y a los hermanos, padres y sobrinos de su señora.

José visitó el colegio el 22 de junio de 2018 y partió presentándose, porque conocerse con quien uno dialoga, es parte importante de la cultura mapuche. Luego pidió que alguien del colegio se presentara también para conocer algo de nosotros. A nombre de la comunidad lo hizo Manuel Celedón Bravo, estudiante de 3° Medio C. Así partió el encuentro. Fue un momento sencillo para celebrar como colegio el We Tripantu que se vive cada año en torno al solsticio de invierno austral, el día más corto del año en el hemisferio sur.

Wüñoy  Tripantu o We Tripantu no es la celebración de un “año nuevo” como nuestro 1 de enero, que deja un año atrás y añade nuevos  días a un calendario, sino que celebra un re-nacer junto a la naturaleza, un volver a empezar. “Lo que dura esta luna es un tiempo especial: la tierra está cambiando, moviendo su posición respecto al sol, reverdeciendo. La tierra se está renovando y nosotros, hombres y mujeres de la tierra podemos re-novarnos también, re-pensarnos, re-setearnos”, explicó José.

Organizado por el taller de “Idioma, cultura y resistencia” que dirige Pablo Castro sj, el encuentro nos permitió como comunidad ignaciana acercarnos a comprender un poco más de la sabiduría del pueblo mapuche que, como dijo José, más que destacar por ser un pueblo guerrero como lo suelen describir muchos libros de historia, es un pueblo reflexivo, sensible a la naturaleza y abierto al lenguaje de los sueños.

Un pueblo que muchísimo antes que el primer español pisara este continente, buscaba entender el mundo, mirando la luna, los cambios del sol, de la tierra, de las flores y de los árboles. Un mirada poética en la que vive el espíritu del vlkantvn que es poesía oral contada por siglos junto al fogón, al ritmo de una conversación sin tiempo y que, recién los últimos años ha comenzado a escribirse y ser leída.  “No es que antes por no tener o no querer tener escritura el mapuche no supiera nada, que fuera ignorante”, dice José; “sabía de otra manera; sabía que era parte de la tierra de donde le venía la vida y donde quedaría su espíritu cuando ya no necesitara estar en un cuerpo; sabía que todo re-nace y que en cada we tripantu junto a la tierra que se renueva, podemos volver a re-crecer, a re-brotar, a re-ser mejores.”

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