Acompañados por sus familias y educadores, los alumnos de Cuarto Básico recibieron el sábado (cuartos A y B) y el domingo (Cuarto Básico C) su Primera Comunión. 
Culminaba así un largo proceso de preparación iniciado en 2018 con la entrega de la biblia y seguido por diversas experiencias de formación desde 2017, tales como la formación de comunidades de padres e hijos, Encuentro con Cristo, primeras confesiones y elaboración de hostias, siempre acompañados del capellán del segundo ciclo p José Juan Vergara sj, sus profesoras jefe, el diácono Julio Aravena  y el coordinador de Pastoral del ciclo, Francisco Poblete.

Diversos símbolos marcaron la ceremonia en la que todo el nivel de Cuarto Básico, inició su vida eucarística. Pero hubo uno que marcó especialmente las tres ceremonias de este año. Fue la presencia una señalética amarilla -típica de  una obra en construcción- que había sido puesta por alumnos de Cuarto Medio a la entrada de la capilla como parte de una instalación artística, acompañada de un cartel que decía «Iglesia en Obra». Y a un costado, a cierta distancia, una mesa con un ladrillo encima y un pequeño letrero invitaba a quien llegara como expectador a dejar de serlo y a involucrarse; a hacerser parte de la construcción de una nueva Iglesia. Esta intrevención artística acompañó cada una de las ceremonias.

Construir juntos

Al respecto, el capellán del colegio Pablo Castro sj subrayó que  «si bien nuestro colegio se vio expuesto en la redes sociales a propósito de una intervención artística particular, las intervenciones de los estudiantes de Cuarto Medio son muchas y muy variadas. Las que yo he visto, al menos, provocaban asertivamente una reflexión crítica sobre el rol de la mujer en la sociedad, la primacía de la PSU en la vida de los jóvenes y, la última, sobre la crisis de la Iglesia en la que un cartel  decía ‘Iglesia en Obra’. Porque, dijo, «precisamente, celebrar eucaristía y unirse a Jesús en el contexto eclesial que vivimos, implica el compromiso de construir juntos una Iglesia renovada, de poner, como el Papa nos ha insistido, a Jesús en el centro y desde allí, con Jesús como base fundante, aportar cada uno y cada una nuestros propios ladrillos, nuestro compromiso con una nueva Iglesia.  Sin tomar en cuenta este contexto, la ceremonia podría verse reducida a la repetición de una costumbre, de un rito que cumplir.  Pero con la intervención artística frente a nosotros, no podemos, no debemos y no queremos escabullir nuestro compromiso con Jesús y con Iglesia que reclama nuestros ladrillos en está obra que está en construcción bajo la guía del Espíritu Santo».