Nuestra pedagogía en diálogo
Nos inspiramos en la experiencia espiritual de Ignacio de Loyola, plasmada en sus Ejercicios Espirituales. Entendemos que los Ejercicios son una gracia para toda la Iglesia, y no sólo para las familias religiosas o comunidades cristianas denominadas ignacianas. Son para hombres y mujeres,laicos y laicas, en ambientes y contextos diversos. La dinámica de vida y la intuición pedagógica que generan pueden alcanzar incluso más allá de las fronteras de la Iglesia. Por eso, podemos colaborar con otras tradiciones religiosas, y también con personas e instituciones que, sin definirse como religiosas, comparten de alguna manera esta visión.
Aspiramos a que los dones que provienen de los Ejercicios Espirituales se transformen en actitudes permanentes y marquen nuestras relaciones y estilo pedagógico. Aunque nada reemplaza la experiencia personal y concreta de los Ejercicios, sabemos que es necesario un proceso de formación y una cultura organizacional que vaya lentamente transmitiendo el espíritu y las gracias propias de esta experiencia fundacional. Éstas se plasman en el reconocimiento de Dios en el origen y en el centro de nuestras vidas y proyectos personales y comunitarios, en la aceptación de nuestra limitada condición,y en la apertura al poder sanador de Dios. También, en el conocimiento interno de Jesucristo y en la adopción de su estilo y su proyecto, para acompañar el sufrimiento y tomar partido por quienes más sufren, reconociendo el triunfo de la vida y realizando todo esto en obras de amor y de servicio.
De los Ejercicios y su dinámica, ha surgido una pedagogía que se caracteriza por asumir a la persona-en-situación, que busca el bien, la verdad, la belleza y el conocimiento. A Dios, en definitiva. En este modelo pedagógico, el aprendizaje ocurrirá en el contexto real de la persona, a través de la experiencia y la reflexión sobre dicha experiencia. Este movimiento continuará en la acción transformadora, mediada permanentemente por una evaluación, que hará consciente el itinerario y sus logros, para proyectarnos a partir de un contexto reinterpretado o modificado. Quienes tienen la misión de educar están llamados a acompañar, formar, con sentido de proceso. Los tiempos, los espacios y los modos de relación son diseñados para provocar la experiencia creativa, la reflexión, la acción y la evaluación.
Este enfoque pedagógico centenario y de raíz espiritual es sorprendentemente convergente y coherente con muchas teorías y enfoques modernos. Asume e integra con naturalidad los planteamientos de la psicología humanista, de la psicología cognitiva, de la sociología, de las actuales teorías del aprendizaje, de la educación popular y su pedagogía, y de la didáctica personalizada. Por eso, estudiamos y aplicamos con entusiasmo estas corrientes de pensamiento y acción educativa. Esta multiplicidad de convergencias, lejos de poner en peligro o diluir los fundamentos de nuestra pedagogía, nos enriquece y nos abre permanentemente a nuevos y creativos cruces.