Patria
Comentario: Loreto San Miguel
Coordinadora académica Primer Ciclo
ETA fue una organización nacionalista vasca fundada en 1958 en plena dictadura franquista que proclamó por casi 60 años la independencia de Euskal Herria de España y Francia, anhelando la construcción de un Estado socialista para el pueblo vasco.
A pesar de que ETA detuvo la vía armada y anunció el desarme definitivo en 2017, la sociedad vasca sigue fracturada por la herida de la violencia que dividió a las familias y a los pueblos, sembrando la desconfianza y el dolor por la muertes de quienes fueron asesinados, pero también de quienes perdieron a sus hijos entregados a la lucha armada como gudaris de la causa independentista que consideraban justa. Muchos murieron en enfrentamientos o permanecerán el resto e su vida presos en cárceles españolas, cortando de raíz las esperanzas de un futuro para generaciones completas de jóvenes atraídos por el idealismo de la independencia.
A lo largo de los años, la sociedad vasca ha intentado mirar hacia el futuro y normalizar la convivencia curando las heridas que fragmentaron a las familias y la vida de los pueblos. Sin embargo, la huella del terrorismo en las víctimas y en el entorno que apoya a los victimarios, han hecho imposible la liberación de la pesadilla de ETA, manteniéndose la huella de la desconfianza y el rencor entre personas que conviven principalmente en entornos rurales.
Esta es la realidad que narra Patria. A través de un relato ágil y detallado del entorno y de las relaciones entre los personajes, pude reconocer la realidad de la Euskal Herria tan querida y conocida por el relato nostálgico de mi familia inmigrante y de la realidad moderna que me tocó conocer cuando viví allá, en la que eran los mismos vascos las principales víctimas de la violencia terrorista.
La historia que desarrolla Aramburu, nos permite reflexionar sobre los efectos de la violencia y la represión en las sociedades que las sufren, incluida la nuestra: el costo social que tiene para generaciones y generaciones de jóvenes que viven sus efectos, así como el tiempo que requiere la reconciliación. “La paz no es solo la ausencia de violencia y de terror. La paz no es solo el fin de las bombas, los tiros en la nuca, la amenaza y la extorsión. También es alcanzar la verdad, la justicia y la reparación a través de la cicatrización de las heridas colectivas. La paz es la convivencia tranquila y el fin definitivo de la fractura social” (2018, Mendez, M. “La herida social que ETA dejó en el País Vasco: La paz no es solo ausencia de violencia”).
Colaboración de LORETO SAN MIGUEL, coordinadora académica del Primer Ciclo.