Con un acto marcado por el deseo de reconciliación y reparación hoy en la mañana se reunieron el III y IV Ciclo en una ceremonia encabezada por la directora del colegio, Luz María Acle y el capellán, Rodrigo Poblete.
Durante el encuentro, se hizo un llamado al fortalecimiento de la comunidad educativa de un modo que promueva el crecimiento y desarrollo de cada uno de sus integrantes en un ambiente amable y en el que todas y todos contribuyan desde su singularidad, sintiéndose acogidos y respetados. Así también, en la oración del capellán, se destacó la necesidad de que esa diversidad del colegio sea reconocida como un valor para la sociedad.
Pedir perdón
En su intervención, Luz María Acle se dio el tiempo de pedir perdón por los errores cometidos, usando para ello una alusión a la filosofía japonesa del Kintsugi, que enseña la resiliencia a través de buscar la belleza en las cicatrices que deja la vida. Unido a lo anterior, la directora convocó a las y los asistentes a “abrazar y sostener la justicia reparativa, reconociendo los propios actos y actitudes desde lo que nos revela el auténtico espíritu ignaciano” para culminar haciendo ver la necesidad de “reparar con humildad y compromiso nuestro sentido de comunidad A Mayor Gloria de Dios”.
Por su parte, Esteban Aravena, secretario del CASI y Sebastián Streeter, vice presidente del CASIB agradecieron la actitud del colegio, haciendo un llamado a sus compañeras y compañeros a “perdonar, pero no olvidar y colaborar para generar un espacio escolar más seguro y justo. A que nunca más se repitan los actos cometidos. A que se logre erradicar el acoso en cualquiera de sus formas y a crecer juntos como comunidad”.
En esta misma línea, los integrantes de la dirección de los ciclos presentes compartieron su compromiso para construir comunidades en cada curso que contribuyan al respeto, a revisar las prácticas y procesos formativos y a retomar los espacios pedagógicos y extracurriculares cuyo desarrollo se ha visto afectado.
Para finalizar el acto, las y los asistentes participaron de un momento simbólico que consistió en amarrar una cinta bajo la insignia del colegio, que tenía escrito el compromiso que cada uno y cada una está asumiendo para reestablecer las confianzas.