Noticias

Misa de graduación 2021: Resonar más allá de sí mismo

MisaGeneracion350
WhatsApp

Misa de graduación 2021: Resonar más allá de sí mismo

El 15 de noviembre celebramos la última misa para los Cuartos Medios, momento en que se los envió a ver otras realidades, comprometerse en su transformación y «resonar más allá de sí mismo». Ver más 

Misa de graduación 2021: Resonar más allá de sí mismo

El lunes 15 de noviembre, la Generación 2021 tuvo su última misa en el colegio. La eucaristía fue celebrada en el bosque y estuvo presidida por Rodrigo Poblete S.J., capellán general del colegio y concelebrada por los capellanes Dagoberto Lagos S.J. y Germán Méndez S.J. Además, toda la comunidad jesuita estuvo presente a través de Juan Cristóbal García Huidobro S.J., encargado del área educación de la Compañía de Jesús; Cristián Viñales S.J., delegado de juventudes y vocaciones, y el hermano Pablo Mayorga S.J. Por parte del equipo directivo, asistieron el rector, Jorge Radic; la directora académica, Carolina Bravo; la directora pastoral, Loreto Quijada, y Francisca Undurraga, directora del IV Ciclo.  

En la procesión de entrada, Alberto Lavandero (IV A), José Tomás Castro (IV B), Pedro Ruz (IV C) y Nicolás Muñoz (IV D) llevaron los polerones de sus respectivos cursos para ponerlos bajo el altar como signo identitario de la generación. 

Al inicio, Jorge Radic explicó que viviríamos uno de los ritos más importantes en la despedida de los IV Medios, porque nos congregaba en torno a Cristo para poner nuestra vida junto a la suya. 

El estudiante Ignacio Mahave leyó la primera lectura que fue sacada de la carta de san Pablo a los cristianos de Corinto donde se nombran las cualidades del amor: paciente, servicial, buscador de la verdad. Luego se proclamó el evangelio donde Jesús pregunta a sus discípulos: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy?”, a la que Simón Pedro responde: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. 

Durante la homilía Rodrigo Poblete S.J. mostró un cuenco tibetano, lo hizo sonar con un martillo y pidió a los asistentes que subieran la mano cuando lo escucharan y que la bajaran a medida en que el sonido desapareciera. Con este ejercicio simbolizó lo que el colegio ha querido hacer con sus estudiantes. “Este cuenco tibetano me lo regalaron, está hecho a mano, tiene siete metales que cuando los toca el martillo generan un tono único que después se va descubriendo (…) si uno le saca uno de los siete metales, el cuenco da otro sonido”, explicó, haciendo referencia a la  formación integral. “No basta solo un metal, si queremos formar hombres y mujeres que den una nota que pueda resonar a otros, esto requiere de una formación que, para ustedes como papás y para nosotros como colegio, tiene una alta exigencia”. Luego continuó: “En el mundo solo de la academia es fácil competir, porque se adiestra para tener buenos resultados; para hablar del manejo de las emociones la familia ocupa un lugar preponderante y ayuda para ir templando a los estudiantes y que lleguen a ser dueños de sí mismos; lo espiritual es un tremendo desafío con el fin de formar hombres que, a partir del amor, de la convicción y del respeto por otros enseñado en el evangelio, puedan transformar la sociedad”. Finalizó su prédica agradeciendo, a nombre de la comunidad, “haber sido forjados para dar una nota que llegue mucho más lejos de lo que nosotros pensamos y que Jesús nos vaya comprometiendo con nosotros mismos y con la sociedad que queremos tocar y transformar”.

Joaquín Neira (IV A), Martín Illanes (IV B), Mariano Rodríguez (IV C) y Benjamín Olivares (IV D), representando a sus compañeros, oraron por su generación para que Dios los ilumine en esta nueva etapa de la vida, “para que podamos poner en práctica todo lo aprendido a lo largo de estos años”, sostuvo Joaquín. También para que la Iglesia pueda fortalecer la unión y la confianza en Chile; por los procesos sociales y políticos para “votar en conciencia y con sentido de comunidad”, indicó Mariano. Por último, la comunidad estuvo presente en las peticiones, “que el Señor nos proteja y nos guíe; que nos dé la claridad, la empatía y la voluntad para ser una mejor versión de nosotros mismos”, pidió Benjamín.

En el ofertorio, además del pan y el vino llevaron un martillo para representar «todo el esfuerzo y trabajo duro que hemos hecho a lo largo de estos años: Campamentos, trabajos de invierno, semanas de servicio, semanas ignacianas; pero por, sobre todo, las ganas de seguir trabajando para mejorar como personas”. También llevaron la foto de generación que se tomaron en el tren, que es “el sello de nuestra identidad y de nuestro reencuentro después de vivir un año tan convulsionado”. En unas tablitas y en unas bitácoras simbolizaron las experiencias de formación más significativas, como la semana de servicio y los trabajos de invierno, vivencias que les ayudaron a ver a su curso y a la sociedad que está “al debe con los más vulnerados”.

Casi al final de la Eucaristía, Pastoral Familiar dio gracias a Dios por las 90 familias que dejan el colegio porque sus hijos menores ya llegaron a IV Medio. “Con su compromiso, participación, aportes, diversidad de opiniones y miradas, nuestra comunidad se enriqueció”, sostuvo Loreto Quijada, directora de pastoral. Tras esto dio paso para que los profesores jefes de IV Medio regalasen a las familias un pequeño recuerdo. Por su parte, los estudiantes y apoderados de la generación 2021, agradecieron lo recibido en el colegio regalando al rector un peumo. Alejandra Cavero explicó que este árbol “representa la vida, el crecimiento ante la adversidad, la sabiduría y la abundancia, dones que sin duda nuestros hijos han recibido en su entorno familiar y escolar (…) El camino de nuestros hijos y de todas las familias no se termina aquí, esperamos de todo corazón que tengan un futuro lleno de bendiciones y desafíos sin temor a equivocarse, porque de los errores se aprende y de los problemas surgen las oportunidades. Gracias por regalarnos estos 14 años de comunidad ignaciana”. Cecilia Recabarren, también apoderada que deja el colegio, indicó que “fue un camino largo, donde experimentamos logros y fracasos, alegría y también tristezas, donde la consigna del colegio ‘Entramos para aprender, salimos para servir’ se convirtió en parte de todas las familias”. Agregó que “pilares esenciales fueron los profesores, sobre todo los profesores jefes hoy reflejados en Ana Ponce, Karen Salazar, Oscar Tapia y Javier Guzmán que con paciencia infinita trabajaron firmemente para generar comunidades-curso (…) Nos vamos con el corazón contento porque nos llevamos lo mejor que pudimos cosechar: nuestros hijos felices, llenos de proyectos y de amigos para la vida, con los que seguiremos caminando”. Tras ellas el matrimonio de Andrea Yáñez y Pablo Urria se despidieron del colegio a nombre de los apoderados”.

Un momento muy solemne fue cuando Rodrigo Poblete S.J. dio la bendición final a los estudiantes y los alumnos Alberto Lavandero, José Tomás Castro, Pedro Ruz y Nicolás Muñoz retiraron sus polerones del altar, los amarraron y salieron con ellos en fila, como signo de una generación que egresa unida. 

 

{os-gal-509}