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Homilía 28 de junio 2020

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Homilía 28 de junio 2020

El Evangelio de hoy subraya la tensión entre dar y recibir, seguridad y libertad, invitándonos a amar desplegando la vida… Así lo entendió Francisco de Asís, al decir que  «dando se recibe» , descubriendo en el compartir gran alegría y paz.  Ver homilía completa

 

Homilía del Decimotercer Domingo del Tiempo Ordinario

29. FranciscodeAsis350

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Existe en nuestra vida una tensión poderosa entre dar y recibir, entre la seguridad y la libertad. Entre la carne y el espíritu, diría San Juan evangelista. ¿Quién de nosotros, de nosotras, no lo ha experimentado?  Es la gran paradoja humana que recorre los gestos y las palabras de Jesús en el Evangelio y que San Francisco de Asís plasmó con ternura en su oración: “dando se recibe”. Es lo que nos transmite “la mujer pudiente” en la primera lectura.Ella acoge, sirve y da sin esperar nada a cambio. Y sin embargo recibe su más grande regalo. Y sin embargo, el temor a no recibir y quedarnos vacíos parece estar encadenado en el fondo de nuestras entrañas.

Sí, somos seres temerosos. Tal vez nuestros antepasados milenarios pasaron demasiada hambre, demasiado frío, demasiada hostilidad. Puede ser. Tal vez por eso seguimos tratando de acumular y de asegurar el futuro. Jesús quiere liberarnos. Quiere que encontremos esa otra verdad ancestral, aún más antigua que la vida misma, que nos habita interiormente. Esa experiencia que nos hace sentirnos más completos en el acto de darnos. Esa quieta sensación de paz que acompaña la generosidad. Esa libertad del amor llena de lágrimas y plenitud que acompaña la despedida cuando los hijos y las hijas emprenden su propio viaje. Esa imagen de Dios mismo que llevamos grabada en el alma. Esa búsqueda innegable que nos hace salir de nosotros para encontrar nuestra propia identidad en el encuentro con los demás. Encerrados sobre nosotros mismos no podemos existir.

Por lo mismo, Jesús no pretende poner a competir el amor de padres, madres, hijos e hijas. Eso sería absurdo. No es así. Jesús está apuntando a la tensión entre el amor posesivo y el amor en libertad. “Hijo es un ser que Dios nos prestó para hacer un curso intensivo de cómo amar a alguien más que nosotros mismos”, escribió el premio nobel de literatura, José Saramago. Y vuelve Saramago sobre el gran tema del verdadero amor: los hijos, las hijas, no son pertenencia; son prestados. “El más preciado y maravilloso préstamo”, dice Saramago.

Hacia allá, creo yo, apunta Jesús. Cuando lo tenemos a Él al centro de nuestro corazón, de nuestras prioridades, de nuestros deseos, entonces ganamos en capacidad de amar en libertad. De amar con toda el alma, y por lo mismo, de no atrapar sino de dejar volar y ser felices al ver que la vida de los que amamos se despliega y florece. Es la vocación más profunda de todo profesor y de todo proyecto educacional.

Finalmente, Jesús vuelve a mostrarnos que Él está presente en nosotros, su cuerpo. Nosotros que tanto anhelamos volver a reunirnos. Nosotros que deseamos volver a encontrarnos con Jesús en el altar. Nosotros somos invitados por Jesús en el Evangelio de hoy, a reconocerlo en quien nos pide tan sólo un vaso de agua. ¡Sostengamos nuestros esfuerzos solidarios por cuánto tiempo sea necesario!  Mientras se encuentre alguien con hambre o con sed, es Jesús que nos pide salir a Su encuentro.

Que así sea.

Pablo Castro Fones, sj.
Capellán colegio SIEB.

 

oración simple SnFco

Oración simple

Señor, haz de mí un instrumento de tu paz:

donde haya odio, ponga yo amor,

donde haya ofensa, ponga yo perdón,

donde haya discordia, ponga yo unión,

donde haya error, ponga yo verdad,

donde haya duda, ponga yo la fe,

donde haya desesperación, ponga yo esperanza,

donde haya tinieblas, ponga yo luz,

donde haya tristeza, ponga yo alegría.

Oh Maestro, que no busque yo tanto

ser consolado como consolar,

ser comprendido como comprender,

ser amado como amar.

Porque dando se recibe,

olvidando se encuentra,

perdonando se es perdonado,

y muriendo se resucita a la vida eterna.