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Homilía Quinto Domingo de Pascua

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Homilía Quinto Domingo de Pascua

Hoy Jesús nos invita nuevamente a caminar. Como las semanas pasadas, nos habla de movimiento: entrar en Su corazón, recorrer Su camino.  Aunque distanciados, en Él vamos siempre unidos. Ver homilía completa

Homilía quinto domingo de Pascua

Hoy Jesús nos invita nuevamente a caminar. Como las semanas pasadas, nos habla de movimiento: entrar en Su corazón, recorrer Su camino.  Aunque distanciados, en Él vamos siempre unidos. 

 

“Yo soy”. El Evangelio de Juan desarrolla, en diálogo con la cultura griega, una fuerte afirmación de la identidad divina de Jesús.  “Yo soy”, más allá del adjetivo, remite a la autoafirmación divina de la zarza ardiente delante de Moisés: “Yo soy el que soy”. Juan escribe en tiempos en que los primeros cristianos intentaban desentrañar el misterio que suponía, más allá de su reconocimiento como profeta y Mesías, la identidad Jesús como encarnación del Dios vivo. “Yo soy” afirma el Evangelio de Juan una y otra vez. Siete textos diferentes de afirman su identidad. Pastor. Puerta. Luz. Vid. Pan. Resurrección. Camino. Verdad. Vida. La identidad del enviado, finalmente, está irresolublemente unida a la identidad de quien lo envió. Jesús y el Padre son uno. Esa es la gran y desconcertante –aberrante para no pocos oyentes- afirmación del evangelio: “El que me ha visto, ha visto al Padre”.

En Jesús hemos recibido un regalo del que no siempre damos crédito, ni siquiera sus propios seguidores. Somos porfiadamente ´teocéntricos’. Nos gusta discutir sobre Dios. Conversar sobre Dios. Dudar y afirmar sobre Dios. ¿Pero qué tanto conocemos a Jesús?  ¿Cuánto dedicamos a encontrarnos con su rostro, sus palabras, sus gestos, sus sentimientos, sus opciones, sus discusiones, sus enojos y sus alegrías? ¿Terminamos de creer lo que el evangelio de Juan nos transmitió hace dos mil años: que quien busca a Dios lo encuentra en Jesús?  Hace algunos años, los obispos latinoamericanos reunidos en Brasil, en Aparecida, acertadamente dijeron que el gran problema catequético de la Iglesia es que los propios cristianos católicos no conocemos a Jesús. Y que ese encuentro personal con Jesús, es necesario e irrenunciable.

Hoy día escuchamos a Jesús usar la imagen del “camino”, camino verdadero que conduce a la vida. Es la continuación del sentido parabólico de la semana pasada cuando escuchamos a Jesús hablar de “puerta” que ofrece vida abundante. Nuevamente nos encontramos con una imagen abierta, como la puerta donde entrar y salir. Ahora es un camino que somos invitados libremente a recorrer.  Nuevamente se nos ofrece vida, Vida verdadera y abundante. Otra vez invitados libres a caminar. Me dan ganas de re escribir a Machado (¡qué patudo!): “caminante sí hay camino”. Pero ciertamente nadie puede caminarlo en tu nombre. Tú, cada uno, cada una, estamos invitados a recorrerlo.  Tal vez alguien te puede acompañar. Tal vez muchos te lo pueden señalar. No faltarán quienes te lo traten de hacer más difícil. Pero nadie puede recorrerlo por ti. Tan cierto como que nadie puede recorrerlo enteramente en solitario. Porque Jesús-Camino es sin duda camino comunitario.

Hacer camino en comunidad es lo que llevó a los primeros cristianos a reordenar sus estructuras y nombrar a los primeros diáconos.  Sabemos que históricamente también hubo diaconisas. Lo interesante del texto de los Hechos es que nos muestra las nacientes tensiones internas de una comunidad diversa, como nosotros. Así hemos caminado a lo largo de muchos siglos, más de veinte ya.  No tengamos temor de reordenar estructuras y atrevernos a repensarnos. El Concilio hizo lo suyo. Pero siempre estamos en marcha.

Hoy día quiero terminar agradeciendo y nombrando un grupo de personas muy significativas que han tenido un rol fundamental para mostrar el Camino-Jesús, y muchas veces acompañarnos a recorrerlo. Las madres han sido por generaciones las grandes catequistas de la iglesia.  Mamás y abuelas han enseñado a rezar y tantas veces han tendido sus propias vidas en el camino para crear puentes donde seguir caminando cuando se han experimentado distanciadas las orillas.  engan todas ustedes un bonito día, bien saludado y bien agradecido.

En Jesús, camino.

Pablo Castro Fones sj.
Capellán SIEB

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