Homilía Cuarto Domingo de Pascua
“Yo soy la puerta de las ovejas”, dice Jesús en el Evangelio . La homilía destaca la libertad de esta puerta a través de la cual es posible transitar sin temor «porque el pastor conoce a sus ovejas y ellas a él». Seguir leyendo
Homilía Cuarto Domingo de Pascua
“Yo soy la puerta de las ovejas”. Puerta abierta, sin rejas ni candados. La puerta del corazón de Jesús por donde es posible entrar y salir con completa libertad y renovar la vida.
Tengo grabada en la memoria una imagen de la que fui testigo hace unos años cuando estuve en España. Íbamos por una carretera y de pronto, al mirar por la ventana al costado derecho, visualicé un enorme piño de ovejas que avanzaba al paso por un campo abierto. Eran cientos de ovejas. Formaban una especie de triángulo o caminaban en forma de punta de flecha. Al frente, un pastor. Un hombre, me pareció, con un bastón en la mano, avanzaba al paso. Pegado a él, oliéndole los talones, venía la primera oveja.. Hacia atrás comenzaba a abrirse, como esa forma de flecha o triángulo, todo el resto del rebaño. Ninguna pasaba delante de él. Hasta entonces, yo sólo conocía crianza de ovejas que salen a pastar en el día y se las encierra de noche…
Entonces pregunté. La respuesta también se me grabó en la memoria: “En esta época del año los pastores trasladan grandes piños a zonas lejanas en busca de mejores pastos. Mientras recorren enormes distancias, ellos viven junto al rebaño. Nunca se separan. De día las guían. De noche duermen junto a ellas en el descampado”.
Esa imagen, esa memoria, me ayuda a adentrarme en el evangelio de hoy día, en la imagen de Jesús Buen Pastor. Me ayuda y me libera, pues la teología pastoral de “pastores y ovejas” ha sido muy abusada y los laicos, hombres y mujeres católicos adultos, han sido tratados por demasiado tiempo como ‘ovejas’ que deben seguir sumisas a los pastores. No creo que eso se desprenda del evangelio. No es lo que nos muestran esos pastores que conocí en España. Al contrario, lo que nos habla es de pastores que salen a caminar con el rebaño/pueblo, que no viven ni de día ni de noche en lugares diferentes a su pueblo/rebaño. Es la imagen encarnada de aquellos que el Papa Francisco llamó “pastores con olor a oveja”. La imagen no habla tanto del modo del rebaño, habla del tipo de pastores.
El evangelio nos recuerda hoy día que somos pueblo/rebaño (sí, el mismo que también es llamado ´discípulo´/´amigo´ por el mismo Jesús), de un solo pastor. “Yo soy”, dice Jesús. Y solo Él es nuestro Pastor. “Él llevó sobre la cruz nuestros pecados” (segunda lectura). A Él “Dios lo ha constituido Señor y Mesías” (primera lectura).
En el diálogo con los fariseos -que más bien sería una tensa discusión porque Jesús nunca se llevó bien con ellos-, Jesús realiza un giro inesperado (ante la porfía del auditorio), y pasa de la imagen del guardián/pastor de las ovejas a la imagen de la puerta. “Yo soy la puerta de las ovejas”. Puerta abierta, sin rejas ni candados. Puerta libre donde se puede “entrar y salir y encontrar alimento”. Puerta no que encierra, sino que libera. Puerta que ofrece vida, “y vida en abundancia”. ¡Qué maravilla se tratados y ser considerados de este modo por Jesús nuestro Pastor! Nos hace libres regalándonos libertad. Nos llama por nuestros nombres para ofrecernos vida abundante. Nos abre la puerta de su propia vida para que entrando tengamos vida y para que salgamos a compartir esa vida. Nunca encierra. Siempre libera.
Toda comunidad y toda sociedad tiene necesidad liderazgo, requiere pastores, pastoras. ¡Falta que nos hacen buenos liderazgos! Hoy día, desde la certeza que sólo tenemos un único y verdadero Pastor, pidamos al Señor para que nuestras comunidades sociales y eclesiales se vean bendecidas también con buenos líderes, hombres y mujeres que nos ayuden a transitar por la verdad, la justicia yla paz. Líderes que no se gocen del poder, sino del servicio. Que no se miren a sí mismos, sino a los demás. Que su prioridad no sean sus intereses sino el interés de los más pobres y postergados. Y mientras pedimos esta gracia al Señor, hagámonos también responsables de apoyar debidamente –no como ovejas, sino como hombres y mujeres discernientes- a quienes les ha tocado el complejo mandato de liderar en esta época de enorme desconfianza institucional. Y mientras nos hacemos disponibles y responsables, no dejemos de transitar, de entrar y salir, por esa única y maravillosa Puerta que es Jesús mismo, puerta en la que encontraremos siempre vida, esperanza y renovación.
Que así sea.
Pablo Castro Fones, sj.
Capellán SIEB.