Homilía Domingo de Pentecostés
El Espíritu Santo, pacifica, une y envia, destrabando los obstáculos. Abramos paso al Espíritu y Él, de seguro, señalará el camino.Ver más
Homilía del 31 de mayo de 2020
Domigo de Pentecostés
La llegada del Espìritu Santo todo lo destraba. Los que se encontraban escondidos se exponen. Los temores se disipan. La comunidad se une y se moviliza. ¿Qué significa esto para quienes estamos en cuarentena sin salir de nuestros hogares?
¿Una fogata? ¿Una llama encendida? ¿Una paloma volando? ¿Un cirio ardiendo? ¿Cómo expresamos visualmente el Espíritu? ¿Cómo se dibuja el viento? Ese viento que sopla haciendo escuchar su voz, sin que sepas de dónde viene ni a dónde va, porque así es todo lo que nace del Espíritu según el Evangelio de Juan. ¿Cómo lo podemos expresar? ¿Cómo podría dibujar lo que hace en nosotros?
Yo, para colmo, soy un pésimo dibujante. Quisiera saber plasmar ese instante luminoso en que el corazón y la conciencia se encuentran y se determinan al perdón. Ese justo instante en que la palabra y el gesto de consuelo y cariño arrullan el espacio interior más profundo de quien estaba angustiado desencadenando un alivio espiritual que recorre músculos y tendones y sale al encuentro en unas lágrimas quietas. Quisiera dibujar el entusiasmo arrollador provocado por la noticia esperada, por el “sí” declarando el compromiso del amor. ¿Cómo podría dibujar esa sensación de querer gritar-bailar-volar que mis palabras no logran representar?
El Espíritu moviliza. Destraba. Enciende.También apaga, apacigua. El relato de Pentecostés en el libro de los Hechos de los Apóstoles lo expresa en las lenguas destrabadas, en el anuncio manifestado, en las puertas abiertas. Los que se encontraban escondidos se exponen Los temores se disipan. La noticia se expande.
El Espíritu une.Unifica. Hermana. También diversifica. San Pablo nos describe como un cuerpo diverso en dones y carismas. Muchos miembros. Muchos talentos. Muchas formas diversas. Muchos pueblos. Muchos colores. Un solo cuerpo. ¿De dónde nos viene tanta porfía en querer imponer un idioma, una cultura, una forma incluso de expresar la fe? Si el Espíritu se expresa en la experiencia unitaria de la diversidad, ¿de dónde nos vino esa tendencia histórica evangelizadora impositiva y uniformizante? Pentecostés, ¡ven a liberarnos!
El Espíritu pacifica. Perdona. Incorpora. En el evangelio de Juan Jesús es quien sopla el Espíritu sobres los discípulos. Y ese soplo, esa donación del Espíritu, está acompañada de tres grandes gestos: la paz, las llagas y el perdón. Jesús resucitado ofrece paz: “paz a ustedes” repite dos veces seguidas en el Evangelio. Pero no es una paz ascéptica, maquillada, incólume. Es una paz con llagas, sin botox. Al mismo tiempo que les ofrece la paz, Jesús les muestra “las manos y el costado”. Es la “paz armada” de don Pedro Casaldáliga. Una paz que no esconde la historia, ni el dolor, ni las marcas de la piel. Por eso, también perdona. Porque quien se piensa incólume, juzga; pero quien asume sus heridas, perdona.
En Juan, finalmente, el Espíritu envía: “como el Padre me envió, yo los envío a ustedes”. En el movimiento hacia afuera se unifican los relatos de Evangelio y de los Hechos. Es la Iglesia en salida del Papa Francisco. ¿Pero qué significa esto para quienes estamos en cuarentena sin salir de nuestros hogares?
La campaña “#quédateencasa” no es contradictoria con el Evangelio. No estamos en casa preocupados solamente de nosotros mismos. Estamos en casa cuidando a los demás, socialmente corresponsables unos de otros. Los que tenemos la posibilidad de dar cumplimiento a las cuarentenas –los que vivimos con suficientes metros cuadrados y no dependemos de las monedas que juntamos en el día- seríamos sumamente egoístas si no las cumpliéramos. Estar en casa ha supuesto también una serie de desafíos de convivencia cotidiana familiar que también ha requerido de mucha generosidad, creatividad y tolerancia. Eso también es salir fuera de uno mismo, salir “del propio querer e interés”, dice San Ignacio. Para estar en casa, de verdad, también necesitamos del Espíritu.
Mientras vivimos estas cuarentenas –que no sabemos con certeza cuánto van a durar- también somos enviados por Jesús y como los discípulos en Pentecostés también salimos al encuentro de los demás. Porque desde ahora desplegamos nuestra generosidad en las campañas que recolectan aportes y donaciones. Porque desde ya unimos nuestra oración a la oración de toda la comunidad. Porque usamos el celular para acompañar y consolar a quienes están sufriendo más. Porque los que podemos ahorrar algunos gastos lo hacemos no para acumular, sino para compartir. Abramos paso al Espíritu y El, de seguro, nos seguirá señalando el camino.
Pablo Castro Fones, sj.
Capellán Colegio San Ignacio El Bosque
Ver video con las Lecturas de este Domingo,leídas por distintos miembros de nuestra comunidad , canciones y saludo