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Adviento 2019: aprender a leer la vida

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Adviento 2019

En este tiempo de Adviento, compartimos esta reflexión para «aprender a leer la vida, marcados por la esperanza, que es parte esencial de nuestro ser cristiano».

 

Adviento 2019

En este tiempo de Adviento, compartimos esta reflexión del padre Álvaro González para aprender a leer la vida, marcados por la esperanza aprendiendo a vivir y a creer en el Dios de Jesucristo, que nunca nos deja en la estacada.

En este Adviento tan especial les escribo para invitarlos a caminar juntos, a dejarnos desafiar por una nueva realidad que se está instalando en nuestro país, una cultura diferente donde cambian no solo las palabras sino los significados, los intereses, los gustos, las costumbres, los criterios de juicio, las expectativas. Es un caminar incierto, lo hacemos con angustias, cargados de rabias, de penas, de cansancios y nostalgias. Nos exige una flexibilidad que normalmente no tenemos pero que necesitamos adquirirla. Tenemos la posibilidad de retraernos, de encerrarnos en nuestras costumbres, buscando culpables y vivir decepcionados, o bien abrir la mente y el corazón para convertirnos, para cambiar el rumbo de nuestra vida, animados por la esperanza, aprendiendo a vivir y a creer en el Dios de Jesucristo, que nunca nos deja en la estacada.

Adviento es un tiempo propicio para despertar el deseo de algo nuevo que ya está naciendo. Es el tiempo que tenemos para aprender a leer la vida, marcados por la esperanza, que es parte esencial de nuestro ser cristiano. La esperanza es la virtud de los profetas que animan a soñar el hoy y el mañana, de los visionarios de todos los tiempos, de Jesús, el hombre nuevo, autor de novedad, y de nosotros sus discípulos.

Es el tiempo de aprender a albergar dos ideas diametralmente opuestas y saber conciliarlas en cada situación, basados en el conocimiento, en la experiencia, en el amor a la verdad. ¿Qué necesitamos para abrirnos a esta una nueva realidad? ¿Cómo queremos y podemos vivir e integrarnos a esta realidad? ¿Cuál puede ser nuestro aporte?
La vida se hizo visible y damos testimonio” 1ª. Juan 1,2
En este tiempo, como buscadores de un Dios que se deja encontrar, tenemos que hacernos algunas preguntas vitales para dejar atrás todo aquello que nos retiene en el ayer: nuestra comodidad, nuestras maneras instaladas de pensar, de hacer, de convivir, de creer.

A tiempos nuevos, respuestas nuevas. Necesitamos ser ayudados por la fuerza del Espíritu de Dios y la compañía de amigos y compañeros de camino para no flaquear, para adivinar los pequeños brotes de primavera que surgen por allí y por allá. Algunas preguntas que nos pueden ayudar para que podamos dar pasos y vivir con novedad: ¿Qué de nuevo, en este tiempo, se ha despertado en mí? ¿Qué sentimientos han dominado en mí en este tiempo? ¿Cuándo y dónde he encontrado en este tiempo al Señor de nuestra vida? ¿Cuál es la paz que anhelo para mí y los demás? ¿De qué está hecha? ¿Cuál es el regalo que quisiera recibir esta Navidad que me trae Jesús?

Es el Espíritu Santo quien nos anima y nos hace hombres y mujeres abiertos a una sabiduría nueva que, al compartirla, nos permite ir más allá de culpar, descalificar, burlarse o de polarizarnos: amigos o enemigos, buenos o malos. ¿Hemos podido encontrar a Jesucristo en medio de la confusión y los excesos de este periodo de crisis?, ¿Dónde lo hemos buscado? ¿En qué situaciones hemos adivinado que está presente?

Ser cristiano es haber descubierto que los vínculos son centrales en la vida de todos. Ellos nos permiten entrar en comunión con Dios y con los hombres, gustar de una relación fecunda, establecer un verdadero intercambio de vida que lo necesitamos como el aire y como el agua.

Es un estilo de vida donde otros tienen un lugar y son un aporte importante en nuestra vida, nos enseñan a vivir con humanidad, son amores que permanecen y nos hacen madurar, nos desafían a crecer en amplitud de corazón, descubrimos lo vulnerable que somos.
Es aceptar que los dolores son parte de la vida de todos y, contemplando Jesucristo, les podemos dar sentido, pueden ser una hermosa y profunda experiencia. Es cultivar la compasión, que nos permite aceptar a otros con sus límites.

Es atreverse a vivir con la libertad de los hijos de Dios, que es algo que nos cuesta mucho y lo necesitamos. Son criterios que reflejan la sabiduría del Evangelio y marcan el cada día de la vida familiar, en el trabajo, en el manejo del dinero, en el servicio a otros.

En este Adviento podemos dar un paso más para ser sanados. Jesús no se cansa de venir y nos encuentra donde quiera que estemos. Él conoce nuestras estrecheces y nuestros prejuicios. Él es médico y quiere sanarnos como persona, como sociedad, como Iglesia. Él puede levantarnos y darnos fuerza para continuar allanando caminos para que juntos con otros podamos encontrarnos y ser testigos de una esperanza a toda prueba. Los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, despliegan alas como las águilas, corren y no se agotan, avanzan y no se fatigan. Isaías 40, 31

Hoy volvamos a creer y esperar, Jesús rompe todos los moldes y nos invita a reconocerlo, a aguzar la mirada, a pasar por los tiempos áridos, y ser constructores de cercanías, de complicidades, y poder afirmar “Tú eres el esperado de todos los tiempos».

No son los sabios y los entendidos los que descubren a Dios sino los sencillos, los necesitados, nosotros. Pb. Álvaro González

 

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